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Ruinas romanas de Lancia

Yacimiento arqueológico de Lancia, ciudad de los Astures. La antigua ciudad de Lancia se localiza en los terrenos altos entre los ríos Porma y Esla que hoy forman parte del municipio de Villasabariego y que se conocen como "El Pico del Castro", 'Valdealbura", "Socesáreo", "El Talancón", etc. A la misma se puede acceder desde la carretera de Puente Villarente a Villasabariego, o por la carretera N-120, o N-601 entre Villamoros y Mansilla de las Mulas, jalonando el Camino de Santiago.

El yacimiento ha sido declarado co  mo Bien de Interés Cultural con categoría de Zona Arqueológica desde 1994. A pesar de un conocimiento casi mitológico de la historiografía más antigua, es reconocido desde el siglo XIX y XX por arqueólogos e investigadores como Saavedra, Ricardo Velázquez Bosco, el Padre Fita, Gago Rabanal, J. Sanz Martínez, Antonio Blázquez, José María Luengo, Francisco Jordá Cerdá, Eladio Isla, Carmen García Merino y Manuel Abad, quienes contribuyeron de forma notable al progreso de las investigaciones. Sus publicaciones son las primeras de importancia para dar a conocer muchos datos acerca de las distintas épocas que se rastrean y para la valoración de este rico patrimonio arqueológico.

ruinas

Desde 199 6 hasta el 2001, gracias a la reapertura de las excavaciones por parte del Instituto Leonés de Cultura (Diputación de León), se ha producido un avance significativo en el conocimiento del poblado prerromano, en la ampliación del urbanismo romano y en la evolución que experimentó la civitas en sus siete siglos de historia.

A pesar de que poseemos elocuentes datos para considerar que el antiguo solar lanciense estuvo ocupado en época prehistórica, los hallazgos arqueológicos más evidentes muestran que debió existir un pequeño núcleo en la Edad del Bronce Antiguo o Medio y también se ha registrado algún hallazgo aislado del Bronce Final.

Lancia entra en la historia gracias a las noticias que nos han proporcionado los historiadores y tratadistas romanos: Floro, Orosio, Dión Casio, Ptolomeo o Plinio, casi siempre vinculadas con la conquista del noroeste peninsular, en el conocido bellum asturum por las tropas de Octavio Augusto. Por medio del general Publio Carisio la ciudad fue tomada el 26-25 a. de C. Los epítetos que se la han dado como validisima urbs o "la ciudad más importante de los astures", según Dión Casio, parecen refrendarse con los hallazgos arqueológicos de época prerromana, que, según hoy sabemos, alcanzaría una extensión aproximada de 30 hectáreas para este primer poblamiento estable. Este oppidum se conoce apenas por las enormes escombreras en torno al cerro y por algún resto del hábitat: construcciones en adobe y empalizadas, hogares, hornos, cubetas, cenizales, etc., que se han localizado por debajo de las construcciones termales de época romana. Pero también se han recogido, hace más de un siglo, restos materiales que pertenecen a este período, como las cerámicas celtibéricas, los huesos trabajados, monedas de tipo ibérico, fíbulas, cinturones y adornos de bronce y joyas de los tipos habituales en el centro de la Meseta. Hoy pensamos que los astures lancienses, por su cultura material, no se diferenciarían mucho de los Vacceos. A partir de su conquista, a juzgar por las fuentes clásicas, el poblado astur no se destruyó, sino que quedó incólume, como testimonio de la victoria de los romanos. A lo largo del s. I la ciudad se incorpora al Imperio Romano como una ciudad peregrina que pagaba tributo al erario público. Se incluirá además como mansio dentro de la red viaria romana, en concreto se recoge en la vía 1 según el Itinerario de Antonino Pío "De Italia in Hispanias. Ad Legionein VII Geminam. 647 m. p."

Muy probablemente, desde fines del s. I o principios del s. II, durante la dinastía flavia, debió de alcanzar el grado de municipium flavium, categoría deducida por la trayectoria del lanciense Lucius Lunius Maro, que hizo carrera en la administración hispano-romana y por los tipos de edificaciones públicas que hoy conocemos en la antigua ciudad. Este período es el que marca el auge de las construcciones públicas, la red de alcantarillado y el urbanismo general, de planta reticular. Durante el Bajo Imperio se produjo una nueva situación en la civitas lanciense, acorde con la crisis de las ciudades romanas. Los edificios públicos sufren una amortización por, parte de construcciones privadas. Este hecho se observa en Lancia con la reutilización del mercado por dependencias domésticas de poca calidad edilicia. A finales del s. IV o principios del V la ocupación permanente se abandona definitivamente.

Las termas de Lancia fueron excavadas por el profesor Jordá Cerdá en los años 1956-1961, ocupando un espacio entre dos calles o decumani. Se trata de un pequeño edificio data de a finales del S. I d. C., que con el tiempo se modificó y se amplió. Consta de un pasillo distribuidor desde donde se accede a las habitaciones principales: un posible apodyterium, o vestuario, unas letrinas; un frigidarium o sala fría que con tenía una piscina; y varias salas calientes que se corresponden con el tepidarium o pronigeon (sala templada) y la cella caldaria, sala de calor que

se define por el hipocaustum, un suelo elevado en cuyo interior circula aire caliente, mantenido por un horno o praefurnium. Hacia el noroeste y sur, el conjunto presenta nuevas estancias que parecen repetir el esquema de habitaciones caldeadas y frías, de las cuales la más característica es una pequeña habitación absidada. Hacia el oeste también se ampliaron, con la construcción coetánea del mercado, por medio de un muro de contención provisto de contrafuertes que sostenían unas nuevas letrinas. El mercado ha sido descubierto en las excavaciones de realizadas por el Instituto Leonés de Cultura y pertenece a uno de los tipos más sencillos que se conocen. Es un edificio simétrico, seguramente de principios de siglo II d.C. que se construyó posiblemente por las élites romanizadas de la ciudad. Al mismo se accedía por una puerta principal desde una calle que discurre de norte a sur (Cardo). Desde aquí se entraba a dos grandes vestíbulos que debían sostenerse por medio de columnas o pies derechos de madera y, más tarde, se llegaba a un pasillo porticado que albergaba cuatro columnas. El suelo del patio era de ladrillo. Desde el pasillo se accedía a las tiendas, un total de seis, en series de tres a cada lado. El conjunto se completaba con otra pequeño edificio anexo, entre el mercado y las termas, que debió de estar semiabierto. Tanto el mercado como las terma conservan sistemas de drenaje o cloacas, lo que indica el uso interno de agua. Las mercancías comercializadas, que servían para marcar los precios de referencia en la ciudad, eran los alimentos de calidad, como el pescado y la carne.

El aula arqueológica

El Aula Arqueológica Ciudad de Lancia se creó en el año 2000 como aportación del ayuntamiento de Villasabariego al conocimiento y difusión de este legado patrimonial y viene a mostrar algunos aspectos reseñables del yacimiento lanciense desde la Prehistoria hasta los fines del Imperio Romano, haciendo hincapié tanto en la historia de las distintas etapas de la investigación como en el resultado de las últimas excavaciones. El aula se ubica en las salas de la planta baja del propio edificio del Ayuntamiento de Villasabariego. El fondo de piezas originales que se expone procede fundamentalmente de las excavaciones de Francisco Jordá Cerdá, que se encontraban depositadas en la sede del Instituto Leonés de Cultura.

La vitrina 1 muestra restos de cerámica, restos óseos, líticos y metálicos de la Edad del Bronce, y del poblado astur de la Segunda Edad del Hierro. La peana 1 presenta elementos constructivos de la ciudad romana: tegula y restos de revestimiento marmóreo, la peana 2 contiene molinos redondos de época romana, mientras que la peana 3 alberga las pilae del suelo o hipocaustum del caldarium de las termas. La peana 4 exhibe los restos de la tubería de plomo del abastecimiento de agua limpia a la ciudad. La vitrina 2 recoge varios recipientes de Terra Sigillata Hispánica, vajilla de mesa de época romana, mientras que la nº3 incluye varias piezas de cerámica común romana entre las que destaca un fragmento de ánfora, restos de mosaico polícromo y ladrillo con marca L.V. Insequentis. En la vitrina 4 se ha expuesto un conjunto de cerámicas de distintos tipos romanos pesas o ponderales romanos de plomo y varios objetos metálicos de hierro y bronce de la misma época.
 

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